martes, 11 de noviembre de 2008

La lucha por la supervivencia infantil es ahora un ejemplo de política de salud basada en evidencias

Por Anibal Velásquez

Antecedentes

Al iniciarse la década de 1980, la salud infantil seguía siendo una emergencia porque 15 millones de niños menores de 5 años morían todos los años. En este escenario se propuso modificar el modelo de Atención Primaria de Salud de Alma Ata[1] [2], es decir desarrollar intervenciones efectivas para grupos de alto riesgo con la implementación de pocas aplicaciones tecnológicas, sin tomar en cuenta el desarrollo social y económico y la participación de la comunidad[3]. A este nuevo planteamiento se denominó “atención primaria de salud selectiva” que consistió en la implementación de programas verticales enfocados en las enfermedades causantes de las altas tasas de mortalidad de los lactantes y los niños pequeños.

Con base a este modelo se desarrolló la estrategia “Revolución de la Supervivencia Infantil”, encabezada por UNICEF y fue puesta en marcha en 1982. Esta estrategia se concentró en cuatro intervenciones de bajo costo, conocidas en conjunto como estrategia GOBI[4] [5]: vigilancia del crecimiento para evaluar el estado nutricional, terapia de rehidratación oral para tratar la diarrea infantil, lactancia materna para garantizar la salud de los niños pequeños, e inmunización contra seis enfermedades mortales de la niñez. La estrategia GOBI recibió apoyo de las principales iniciativas dirigidas por la OMS, como el Programa Ampliado de Inmunización y otros programas para el control de las enfermedades diarreicas y las infecciones respiratorias agudas[6]. Posteriormente, la estrategia GOBI agregó tres componentes –alimentos complementarios, espaciamiento de los nacimientos y alfabetización de la mujer. La atención primaria de salud selectiva recibió apoyo de los donantes, que eran partidarios de invertir recursos en programas de “supervivencia infantil”. Esos esfuerzos contribuyeron al descenso de la mortalidad entre los menores de cinco años de todo el mundo[7]: de 115 por 1.000 nacimientos vivos en 1980, a 93 en 1990, o sea, una reducción del 19% en el transcurso de 10 años.

Una estrategia basada en evidencias: Los Objetivos de Desarrollo del Milenio

A partir de 1990, cuando fueron establecidos los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM)[8], se introdujo un enfoque que integraba metas de salud y de desarrollo social. El Objetivo 4 (ODM4) es para mejorar la salud infantil y el objetivo 5 (ODM5) para mejorar la salud materna. Este enfoque de los ODM está basado en evidencias que fundamentan que la salud es una pre-condición para el crecimiento económico, y de manera inversa, el desarrollo económico, si es apropiadamente dirigido, puede lograr enormes mejoras en la salud y expectativa de vida de los niños y las mujeres[9]. De esta forma la salud en sí misma se constituyó es una meta del desarrollo por estar vinculada al bienestar del individuo.

Este enfoque de las ODM, de vincular la salud con el desarrollo, ha logrado un importante compromiso político y gran movilización de la comunidad internacional para hacer las reformas y asignar el financiamiento que sean necesarios para alcanzar los ODM de salud y aquellos que permitan mejorar la salud (educación, saneamiento, nutrición y equidad de género) en especial de aquellos grupos menos favorecidos y/o excluidos.

La metodología de los ODM consiste en seleccionar prioridades, establecer metas y monitorear el progreso, por lo tanto se establecen los compromisos y se asignan responsabilidades para rendir cuentas sobre los avances de las reformas, de la implementación de las políticas y programas y de sus logros que contribuyen a conquistar los ODM. En consecuencia, los ODM en sí mismos son una forma de intervención para mejorar la salud infantil (ODM4) y materna (ODM5).

No ha sido la primera vez que se han propuesto metas para la salud infantil. En 1980 UNICEF y la OMS propusieron reducir a la mitad las muertes infantiles en una fecha límite, para lo cual se propusieron soluciones y estrategias para reducir la mortalidad en la infancia y mejorar la salud de la niñez. Sin embargo, no tuvo el impacto del que ahora tiene los ODM.

En los últimos años se ha logrado mayor compromiso de las agencias cooperantes y mayores recursos para alcanzar las ODM a partir de evaluaciones que aportan evidencias que muestran que las muertes infantiles pueden ser evitadas con intervenciones costo-efectivas. Tal es así, en el último Reporte de UNICEF sobre el estado Mundial de la Infancia (2008) se menciona que “A diferencia de los años 1980, cuando a menudo libraba una lucha solitaria por la causa de la supervivencia infantil, hoy acompañan a UNICEF en esta empresa numerosos aliados”.

La revisión de evidencias y la estimación del impacto de intervenciones efectivas para la supervivencia infantil, materna y neonatal en las series Lancet

El año 2003, en una revista científica de prestigio como es Lancet, se publicó una serie de artículos sobre Supervivencia Infantil[10] [11] [12] [13] [14]. Esta serie contribuyó notablemente en hacer conciencia que cada año mueren más de 10 millones de niños menores de 5 años en el mundo y que más de la mitad de esas vidas pudieron haber sido salvadas con la implementación de medidas simples[15]. En esta serie se reportó que 2 millones mueren por diarrea y que pudieron ser evitadas con terapia de rehidratación oral, también se reportó que otro millón muere de malaria y que hubieran sido evitadas con mosquiteros tratados con insecticida o con medicamentos antimaláricos, del mismo modo cientos de miles de niños que murieron por sarampión pudieron haberse salvado si hubieran sido vacunados de manera efectiva y barata. En esta serie se destacó que a pesar de existir estas medidas simples y efectivas, el mundo estaba dando más atención a la pandemia del SIDA y al resurgimiento de la tuberculosis y la malaria, a tal punto que el avance en reducir la mortalidad de los niños estuvo muy lenta o se detuvo en los países más pobres, y en algunos casos se revirtió.

El año 2005, la serie Lancet se enfocó en la mortalidad neonatal[16] [17] [18] [19], en la que se mostró que casi 40% de las muertes de niños menores de 5 años ocurren en el primer mes de vida y en el cual se revisaron evidencias sobre las intervenciones más efectivas , factibles y de bajo costo.

Estas dos series proveyeron la evidencia necesaria para revitalizar los esfuerzos para reducir las muertes en los niños y recién nacidos y alcanzar el ODM4. A partir de estas evidencias y con el liderazgo de la OMS y UNICEF se han hecho públicos compromisos para reducir la mortalidad en la niñez. Con este motivo se han desarrollado importantes alianzas en el mundo, y a partir del año 2005 se han juntado esfuerzos relacionados con la salud materna y neonatal expandiendo el grupo al que se le denomina Alianza para la Salud Materna, neonatal y del niño (Partnership for Maternal, Newborn and Child Health - PMNCH)[20]. Esta política pública incluye las recientes evidencias y propuestas de la Serie Lancet sobre supervivencia materna[21], supervivencia infantil, y nutrición materna y de la niñez[22].

La Serie Lancet ha contribuido enormemente con esta iniciativa mundial por la supervivencia infantil, del recién nacido y de las madres, porque ha reunido a expertos que seleccionaron aquellas intervenciones con fuerte evidencia de ser efectivas para reducir la mortalidad infantil, neonatal y materna, quienes determinaron el impacto de estas intervenciones en salvar vidas, estimaron la magnitud de la inversión necesaria para alcanzar las ODMs, establecieron la viabilidad y costo efectividad de estas intervenciones, revisaron los factores y las lecciones aprendidas que favorecen y dificultan la implementación y eficacia de estas intervenciones y sugerieron mecanismos para pasar del conocimiento a la acción, Finalmente estos evaluadores hicieron un llamado a las agencias cooperantes, académicas y a los gobernantes para colocar como primera prioridad la supervivencia de los niños, recién nacidos y madres.

En el Cuadro 1 se muestra todas las intervenciones que tienen fuerte evidencia de ser efectivas y que se publican en las cuatro Series Lancet: supervivencia infantil (2003), supervivencia neonatal (2005), supervivencia materna (2006) y desnutrición materna e infantil (2008).

Cuadro 1. Intervenciones efectivas para la supervivencia infantil, materna y neonatal basadas en evidencias

Nutrición
Lactancia materna exclusiva en menores de 6 meses
Lactancia materna y alimentación complementaria (6–9 meses)
Suplemento de Vitamina A: dos dosis
Suplemento de Vitamina A: al menos una dosis
Salud infantil
Inmunización contra sarampión
Tercera dosis de vacuna contra difteria, tétanos y pertusis (DPT3)
Tercera dosis de vacuna contra haemophilus influenzae type B (HiB3)
Terapia de rehidratación oral o incremento de líquidos, con continuación de la lactancia
Niños que duermen bajo mosquiteros tratados con insecticidas
Tratamiento antimalárico de febriles
Búsqueda de atención para neumonía
Uso de antibióticos para neumonía
Salud materna y neonatal
Tasa de prevalencia de anticonceptivos
Necesidades no satisfechas de planificación familiar
Cobertura de atención prenatal: cuatro o más controles
Cobertura de atención prenatal: al menos un control
Protección neonatal contra el tétanos
Tratamiento preventivo intermitente de malaria para gestantes
Partos atendidos por personal de salud entrenado
Lactancia materna precoz (en la primera hora de nacido)
Agua y saneamiento
Porcentaje de hogares que usan agua potable (total, urbano y rural)
Porcentaje de hogares con servicios de saneamiento mejorados (total, urbano y rural)


Se ha estimado que estas intervenciones pueden reducir en más de dos terceras partes las muertes de niños menores de 5 años que se producen en el mundo y que son factibles de ser implementadas en países en desarrollo. La mayoría de estas intervenciones afectan a los determinantes proximales de las muertes de los niños y madres y que pueden ser implementadas en el sector salud. Estas intervenciones están dirigidas a las principales causas de muerte en los 42 países que tienen el 90% de las muertes que se producen en el mundo.

Estas intervenciones tienen el máximo nivel de evidencia, es decir que han demostrado causalidad en la reducción de la causa de muerte. Se ha estimado el impacto de estas intervenciones si se realizarían solas y si se realizarían en paquetes integrados[23]. Por ejemplo con AIEPI clínico (componente clínico de la estrategia Atención Integral de Enfermedades Prevalentes de la Infancia) se podría reducir el 33% del total de muertes, si a esto se añade la lactancia materna e inmunizaciones se incrementaría aún más el efecto. Las intervenciones en el periodo neonatal podrían prevenir el 55% de las muertes neonatales o el 18% de las muertes en menores de 5 años. Lo interesante de estas evidencias es que muchas de las intervenciones se pueden hacer en el hogar y estas pueden afectar más de una tercera parte de las muertes.

Cuenta regresiva hacia el 2015: El monitoreo de la cobertura de las intervenciones efectivas

El año 2005, en respuesta al Reporte Mundial de Salud de ese año, la Asamblea Mundial de Ministros de Salud promulgó una resolución en la que colocaron a la supervivencia materna y de la niñez en la primera de la lista de prioridades. Por esta razón a partir del 2005, cada dos años se realiza un seguimiento del avance en supervivencia maternal, neonatal y del niño en los países con alta mortalidad con el fin de alcanzar el ODM4 (supervivencia del niño) y ODM5 (salud materna)[24]. Como se sabe las metas del milenio pretenden lograr sus metas hasta el año 2015, por esta razón a esta iniciativa se ha denominado “Countdown to 2015”.

“Countdown to 2015” hace un seguimiento de los indicadores de salud infantil, neonatal y materna de 68 países prioritarios, entre ellos el Perú. En estos países, juntos, se reporta el 97% de la mortalidad infantil y materna. Además se hace un seguimiento de 21 intervenciones que han mostrado ser efectivas y que son factibles de ser implementadas en países pobres para reducir la mortalidad materna, infantil y neonatal. También hacen un seguimiento de algunos indicadores de políticas, sistemas y equidad.

Además del reporte de la “Cuenta Regresiva 2015” del año 2008 (reporte completo en: http://www.countdown2015mnch.org/documents/2008report/2008Countdown2015fullreport.pdf), Uds. pueden encontrar una cartilla de estos indicadores por cada país (Por ejemplo pueden ver la cartilla de Perú en: http://www.countdown2015mnch.org/documents/countryprofiles/peru_20080319.pdf ).

REFERENCIAS

[1] Declaración de Alma Ata, 12 septiembre 1978. Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud. OMS y UNICEF
[2] Schuftan C. (1990). The Child Survival Revolution: A Critique. Family Practice, 7(4): 329
[3] Werner D, Sanders D, Weston J, Babb S, Rodríguez B. (2000). Cuestionando la solución: Las Políticas de Atención Primaria de Salud y Supervivencia Infantil con una crítica detallada de la Terapia de Rehidratación Oral. HealthWrights
[4] WHO (2002). The world health report 2002 - Reducing Risks, Promoting Healthy Life. Geneva: World Health Organization
[5] UNICEF (2007). The State of the World's Children 2008. Child Survival. New York: United Nations Children’s Fund (UNICEF)
[6] Claeson M, Waldman R. (2000). The evolution of child health programmes in developing countries: from targeting diseases to targeting people. Bulletin of the World Health Organization, 78: 1234–1245
[7] UNICEF (2007). Op. cit
[8] Los ODM fueron adoptados por 189 países en 2000 y que deberán cumplirse para el año 2015
[9] Freedman L, Wirth M, Waldman R, Chowdhury M, Rosenfield A. (2003). Child Health and Maternal Health.Background Paper. New York: Columbian University
[10] Black RE, Morris SS, Bryce J. Where and why are 10 million children dying every year? Lancet 2003; 361:2226-34.
[11]Jones G, Steketee R, Black RE, Bhutta ZA, Morris SS, and the Bellagio Child Survival Study Group. How many child deaths can we prevent this year? Lancet 2003; 362:65-71.
[12] Bryce J, Arifeen S, Pariyo G, Lanata CF, Gwatkin D, Habicht JP and the Multi-Country Evaluation of IMCI Study Group. Reducing child mortality: Can public health deliver? Lancet 2003; 362:159-64.
[13] Victora CG, Wagstaff A, Armstrong-Schellenberg J, Gwatkin D, Claeson M, Habicht JP. Applying an equity lens to child health and mortality: More of the same is not enough. Lancet 2003; 362:233-41.
[14] The Bellagio Study Group on Child Survival. Knowledge into action for child survival. Lancet 2003; 362:323-7.
[15] The Lancet (2003). The world’s forgotten children. The Lancet Volume 361, Number 9351:1
[16] Lawn JE, Cousens S, Zupan J. 4 million neonatal deaths: When? Where? Why? Lancet 2004; 365:891-900.
[17] Darmstadt GL, Bhutta ZA, Cousens S, Adam T, Walker N, de Bernis L. Evidence-based,cost-effective interventions: how many newborn babies can we save? Lancet 2004; 365:977-988.
[18] Knippenberg R, Lawn JE, Darmstadt GL, Begkoyian G, Fogstad H, Walelign N, Paul VK. Systematic scaling up of neonatal care in countries. Lancet 2004; 365:1087-1098.
[19] Martines J, Paul VK, Bhutta ZA, Koblinsky M, Soucat A, Walker N, Bahl R, Fogstad H, Costello A. Neonatal Survival: a call for action. Lancet 2004;365:1189-1197.
[20] Countdown Working Group. Taking Progress in Child Survival: The 2005 Report. New York: UNICEF
[21] Ronsmans C, Graham W. Maternal mortality: who, when, where, and why. Lancet 2006; 368: 1189–200
[22] Black R, Allen L, Bhutta Z, Caulfield L, Onis M, Ezzati M, Mathers C, Rivera J. (2008). Maternal and child undernutrition: global and regional exposures and health consequences. Lancet 2008; 371: 243–60
[23] Gareth Jones, Richard W Steketee, Robert E Black, Zulfiqar A Bhutta, Saul S Morris, and the Bellagio Child Survival Study Group (2003). How many child deaths can we prevent this year?. Lancet; 362: 65–71
[24] Countdown to 2015. Traking Progress in Maternal, newborn & Child Survival: The 2008 Report. Available at: http://www.countdown2015mnch.org/
Crédito fotografía: Anibal Velásquez. Mi hija Annelise de 8 meses

sábado, 18 de octubre de 2008

Situación del aseguramiento en salud en el Perú

Por Anibal Velásquez


El sistema de salud de Perú está compuesto por cinco subsistemas que brindan servicios de salud: a) el Ministerio de Salud (MINSA) que comprende al Seguro Integral de Salud (SIS) como un asegurador público con autonomía administrativa; b) El Seguro Social en Salud - ESSALUD adscrito al Ministerio de Trabajo; c) las Sanidades de Fuerzas Armadas (Marina, Aviación y Ejército) adscrita al Ministerio de Defensa; d) la Sanidad de la Policía Nacional del Perú (PNP) adscrita al Ministerio del Interior; y e) las instituciones del sector privado: Entidades Prestadoras de Salud, aseguradoras privadas, clínicas y organizaciones de la sociedad civil (OSC).

El Estado ofrece servicios de salud para la población no asegurada a través de los establecimientos de las regiones y, en el caso de Lima, del MINSA. El Seguro Integral de Salud (SIS) provee servicios a la población en situación de pobreza y pobreza extrema a través de la red de establecimientos del MINSA. La Sanidades de las Fuerzas Armadas y Policiales cubren a los miembros de dichas corporaciones y sus dependientes. ESSALUD, brinda servicios a los trabajadores formales y sus dependientes, así como a trabajadores informales a través de los seguros potestativos. Los servicios de ESSALUD pueden ser complementados a través de las Entidades Prestadoras de Salud (EPS), pertenecientes al sector privado. En el sector privado lucrativo existen clínicas para personas con capacidad de pago que hacen pagos de bolsillo y otra parte del mercado privado ofrece servicios de medicina prepagada (compañías de seguros, autoseguros y seguros de las clínicas) para una pequeña proporción de la población. En el sector privado no lucrativo, existen instituciones de beneficencia que atienden a todo tipo de población.

En este sistema de salud, actualmente no existe equidad de acceso a los servicios ni a las prestaciones de salud. Los afiliados a EsSALUD cuentan con una cobertura “infinita”, es decir, este seguro casi no tiene exclusiones en la práctica, en cambio todos los demás subsistemas de aseguramiento tienen planes limitados.

Cobertura de aseguramiento en salud

La cobertura del aseguramiento ha mostrado un incremento importante en las últimas dos décadas. En el Cuadro 1, se aprecia que en la década de 1980, 18% de la población contaba con algún sistema de seguro. Esta cifra ha ido aumentando gracias a los esquemas de aseguramiento públicos, como el Seguro Escolar Gratuito y el Seguro Materno Infantil, que después se unificaron para conformar el SIS. En el año 2007, el SIS había afiliado a 18% de la población. EsSalud, tradicionalmente el principal agente asegurador, cubre actualmente al 18% de la población total, mientras que el sector privado, incluyendo a las EPS, asume la limitada cobertura del 3% de la población.

Cuadro 1. Evolución de la cobertura de aseguramiento en el Perú, 1985 a 2007

Fuente: ENNIV 1985, 1997 y 2000, ENAHO 2003, 2004 y 2005
En el año 2000, se incluye al Seguro Escolar Gratuito.
En los años 2003-2005, el seguro privado incluye a las EPS mientras que
en otros están incluidos los seguros universitarios y el seguro escolar privado.
El año 2007 son datos del Censo. En este año las coberturas de los seguros privados,
FFAA y Policiales y otros son estimados

Los resultados del Censo Nacional de Población del 2007, revelan que en el país el 43,3% de la población cuenta con algún tipo de seguro de salud, es decir, 11 millones 599 mil 971 personas, no obstante un 56,7% de la población se encuentra aún desprotegida.

El reporte estadístico del SIS a mayo del 2008 revela que se cuenta con 8’749,052 afiliados al SIS de los cuales 8’678,819 se encuentran afiliados al componente subsidiado y 70,233 se encuentran afiliados al componente semi-subsidiado. Según D.S. Nº 004-2007-SA, ya no existen planes de afiliación sino los componentes subsidiado y semi-subsidiado. Componente semi-subsidiado es para trabajadores con ingresos hasta 1,000 nuevos soles y para trabajadores SNP con ingresos hasta 1,600 nuevos soles.

La población beneficiaria del SIS proviene en su mayoría de zonas rurales y urbano-marginales, donde el nivel de pobreza es mayor y por ende sus necesidades en salud. Esta población beneficiaria reside en los lugares de mayor pobreza según la distribución por quintiles, pudiéndose observar que el perfil de los beneficiarios del SIS corresponde a una población con marcadas características de pobreza y vulnerabilidad, tanto por el ámbito geográfico en el que se desarrollan como por la zona donde viven.

El SIS cuenta con planes de beneficios definidos y requiere además de la configuración de un fondo sostenible, realizar la transición de una institución pagadora al de una institución compradora, lo que implica anunciar anticipadamente a los establecimientos de salud donde se requiere incrementos de producción, lo que permitirá elevar la productividad de los establecimientos públicos. La continuidad y expansión de las transferencias del Ministerio de Economía y Finanzas, que deberían cubrir las cuotas de los pobres, son requisitos básicos para su sostenibilidad, los mismos que pueden estar acompañados de diversos mecanismos de pago adecuados a las condiciones y circunstancias.

Los principales beneficios del aseguramiento en los más pobres se ve reflejado en el incremento del uso de servicios de salud en los pobres y del parto institucional que ha ascendido del 57.9% en el año 2000 al 70.4% en el 2004 (ENDES 2004).

La seguridad social en salud sufre un estancamiento relativo en su afiliación, el envejecimiento de su población adscrita y es objeto de selección adversa y evasión. ESSALUD soporta la mayor proporción de la carga de enfermedades crónicas de alto costo, produciéndose un fenómeno denominado selección adversa; por el cual las personas con mayores problemas de salud se afilian a un seguro lo que influye en su desequilibro. Se estima que del 100% de pacientes en diálisis, el 95% se atiende en sus servicios, lo mismo ocurre con el 65% de pacientes en tratamiento de SIDA y con el casi 100% de trasplantados de corazón, hígado y médula ósea (Memoria Institucional 2004).

Hacia el aseguramiento universal

El 10 de setiembre se inició el debate del dictamen de la Ley Marco Aseguramiento Universal en Salud en la Comisión de Salud, Población, Familia y Personas con Discapacidad del Congreso de la República que preside el congresista Luis Wilson.

La Ley busca establecer un marco normativo para hacer efectivo el Aseguramiento Universal en Salud para todos los peruanos, estableciendo los componentes necesarios para poder llevar a cabo esta meta de manera progresiva conforme lo señala el Art. 10º de la Constitución.

Con el aseguramiento universal la población de escasos recursos tendrá atención gratuita de salud, tanto para exámenes de diagnóstico, medicamentos y operaciones quirúrgicas de las enfermedades más prevalentes. Con el aseguramiento universal se protegerá la salud de los niños, madres y ancianos. Actualmente los más pobres pueden recibir atención de salud gratuita financiada por el Seguro Integral de Salud, sin embargo no se garantiza que reciban la atención de salud porque la población más pobre tiene limitado acceso a servicios de diagnóstico, medicamentos y atención especializada. En cambio con el aseguramiento universal el Estado garantizará que todos los peruanos tengan todos los servicios necesarios de un paquete priorizado de prestaciones de salud. Este paquete se denomina Plan Esencial de Aseguramiento en Salud (PEAS). Esto obliga a que el Estado invierta en mejorar la capacidad resolutiva de los servicios de salud y en el traslado de pacientes a servicios de salud de mayor complejidad.

De esta forma se pretende evitar que la gente gaste en servicios de salud. Actualmente los hogares aportan el 34.2% del gasto en salud que se realiza en el Perú, convirtiéndose en la primera fuente de financiamiento en una sociedad donde el 50% de la población se encuentra en situación de pobreza.

El Predictamen de La Ley Marco que se debate en la Comisión de Salud recoge los Proyectos de Ley de las diferentes bancadas políticas y de la Sociedad Civil, en respuesta a la necesidad expresada por la población, en el Acuerdo Nacional, en el Acuerdo de Partidos Políticos en Salud. Existe consenso en que esta Ley es necesaria para el país y que si se promulga será uno de los mayores hitos de la salud pública en el país.

Credito de la Foto: Anibal Velásquez. Puerta del Congreso de la República del Perú

The Alliance for Maternal, Newborn and Child Health: An example of Evidence-Based Policy Health

By Anibal Velásquez

At the beginning of the 1980’s child health continued to be in a state emergency since 15 million children under 5 were dying every year. In those circumstances a proposal was made to modify the Alma Ata Primary Health Care model[1] [2] by developing effective interventions for groups at high risk with the implementation of few technological applications irrespective of social and economic development and the participation of the community[3]. This new plan was called ‘selective health primary care’ and involved implementing vertical programs focused on the diseases causing the high mortality rates among infants under 1 year of age and young children.
On the basis of this model the strategy ‘Revolution of Child Survival’ was developed, led by UNICEF and set up in1982. This strategy was based on four low cost interventions, known jointly as the GOBI strategy[4] [5]: monitoring of growth to evaluate nutritional status, oral rehydration therapy to treat infant diarrhea, breastfeeding to ensure the health of young children and immunization against six fatal childhood diseases. The GOBI strategy received the support of the main MDG-led initiatives such as the Extended Immunization Program and other programs for the control of diarrheic diseases and acute respiratory infections[6]. Later, three other components were added – complementary foods, spacing between births and maternal literacy. The selective primary health care received the support of the donors who were in favor of investing resources in ‘child survival’ programs. Those efforts helped to decrease the mortality rate of the under 5’s around the world[7]: from 115 per 1000 live births in 1980 to 93 in 1990, a reduction of 19% in 10 years.
From 1990, when the MDG’s were established[8], efforts were concentrated on improving maternal and child health around the world because with these objectives it was possible to link health with development. This MDG approach was based on evidence showing that health is a pre-condition for economic growth and conversely economic development, if it is properly managed can achieve huge improvements to the health and life expectancy of women and children[9]. Accordingly, health in itself is a development goal to be linked to the welfare of the individual.

This MDG focus, to link health with development, has resulted in an important political commitment and great motivation on the part of the international community to make the reforms and investment necessary to reach the health MDG’s and those which allow improvement to health (education, sanitation, nutrition and gender equality) in particular among the less favored and/or excluded groups.

The methodology employed by the MDGs consists of selecting priorities, establishing goals and monitoring progress. Therefore, commitments are established and responsibility assigned for accountability in respect of progress made on reforms, implementation of policies and programs and their achievements in helping to reach the MDG’s. Consequently, with the inclusion of MDG 4 and MDG 5 the MDG’s are in themselves a way to improve maternal and child health.

This is not the first time that child health goals have been proposed. In 1980, UNICEF and the WHO proposed the reduction by half of child deaths within a certain time, for which solutions and strategies were put forward to reduce child mortality and improve child health. However, these initiatives did not have the impact that the MDG’s are now having. The last UNICEF report on the state of world infancy and childhood 2008 mentioned that ‘Unlike the 1980’s, when UNICEF was often waging a solitary war for child survival, today it has the support of numerous allies in this endeavor’.

The Lancet series in 2003 on Child Survival[10] [11] [12] [13] [14] helped to increase the awareness that each year worldwide more than 10 million children under 5 die and that more than half of these lives could be saved with the implementation of simple measures[15]. As an example, 2 million children die of diarrhea and the majority of those cases could be treated with oral rehydration therapy. Another 2.1 million die of pneumonia (more than the number of those dying of HIV, tuberculosis and malaria). A further million die of malaria but could have been protected through the use of antimalarial drugs or bed nets treated with insecticides. And hundreds of thousands of children die of measles which could be prevented by cheap and effective vaccine. In this series it was pointed out that despite the existence of these simple and effective measures the world has been paying more attention to the AIDS pandemic and the resurgence of tuberculosis and malaria, to the point that progress made in reducing child mortality had been slowed or halted in the poorest countries, and in some cases reversed.

In 2005, the Lancet series focused on neonatal mortality[16] [17] [18] [19], showing that almost 40% of the deaths of children under 5 occur in the first month of life, and reviewed evidence regarding the most effective, feasible and low-cost interventions.

These two series provided the necessary evidence to revitalize efforts to reduce deaths among children and the newly born and to achieve MDG 4. Since 2003 we have seen notable progress in the advocacy for child and neonatal survival. Under the leadership of the OMS and UNICEF public commitments have been made to reduce child mortality. To this end important alliances have been made around the world and from 2005 forces joined for maternal and neonatal health, expanding the group known as Partnership for Maternal, Newborn and Child Health - PMNCH)[20]. This group focuses on advocacy for accelerating action on the national level and strengthening global accountability mechanisms, including recent evidence and proposals outlined in the Lancet series on maternal survival[21] and the link between child survival and maternal and child nutrition[22].

The WHO is responsible for promoting and assisting all countries in the effort to increase coverage of all effective interventions, strengthen health systems and follow up on interim progress and affects on nutrition and mortality.

In 2005, in response to the World Health Report of that year, the World Assembly of Health Ministries passed a resolution to place maternal and child survival at the top of the list of priorities. Accordingly, from 2005 on, a progress follow-up will be done every two years on maternal, neonatal and child survival in countries with high mortality rates with the aim of achieving DGM 4 (child survival) and DGM 5 (maternal health) [23]. “Countdown to 2015” is the name for this collaborative effort highlighting the progress, obstacles and solutions towards achieving the DGMs.

Within this global framework strategies and interventions for maternal, neonatal and child survival are being developed in Central America and the Caribbean and therefore many of the initiatives, strategies and interventions are the same. Yet more so as consensus has grown among co-operating agencies to combine and complement efforts and align the co-operation agenda with the DGMs and national priorites. The differences found underlie the political and economic situation within the country, the features of the national health system, the capacity to offer services, the availability of technical and financial resources, the technical capacity to implement interventions and the decision and commitment of governments to make the necessary reforms and allocate resources to fulfill these priorities.

[1] Declaración de Alma Ata, 12 septiembre 1978. Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud. OMS y UNICEF
[2] Schuftan C. (1990). The Child Survival Revolution: A Critique. Family Practice, 7(4): 329
[3] Werner D, Sanders D, Weston J, Babb S, Rodríguez B. (2000). Cuestionando la solución: Las Políticas de Atención Primaria de Salud y Supervivencia Infantil con una crítica detallada de la Terapia de Rehidratación Oral. HealthWrights
[4] WHO (2002). The world health report 2002 - Reducing Risks, Promoting Healthy Life. Geneva: World Health Organization
[5] UNICEF (2007). The State of the World's Children 2008. Child Survival. New York: United Nations Children’s Fund (UNICEF)
[6] Claeson M, Waldman R. (2000). The evolution of child health programmes in developing countries: from targeting diseases to targeting people. Bulletin of the World Health Organization, 78: 1234–1245
[7] UNICEF (2007). Op. cit
[8] Los ODM fueron adoptados por 189 países en 2000 y que deberán cumplirse para el año 2015
[9] Freedman L, Wirth M, Waldman R, Chowdhury M, Rosenfield A. (2003). Child Health and Maternal Health.Background Paper. New York: Columbian University
[10] Black RE, Morris SS, Bryce J. Where and why are 10 million children dying every year? Lancet 2003; 361:2226-34.
[11]Jones G, Steketee R, Black RE, Bhutta ZA, Morris SS, and the Bellagio Child Survival Study Group. How many child deaths can we prevent this year? Lancet 2003; 362:65-71.
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Photo credits: Anibal Velasquez. Montana Hotel. Port au Prince

sábado, 21 de junio de 2008

La mejora nutricional es una inversión para reducir la pobreza

Por Anibal Velásquez

La mejora nutricional es una inversión en el capital humano, el cual no solo conduce al bienestar humano sino también incrementa la capacidad productiva y conduce al crecimiento y desarrollo de la economía nacional. Durante las últimas décadas se han iniciado proyectos para mejorar implícitamente o explícitamente la seguridad alimentaria de los hogares y el estado nutricional de los individuos, mediante la mejora de la disponibilidad alimentaria, el incremento de las oportunidades para obtener ganancias económicas en empleos agrícolas y no agrícolas y reduciendo los riesgos de la producción y del mercadeo.

En una revisión sistemática que realicé (Velásquez, 2005)[a] encontré evidencias del efecto de la mejora económica en la reducción de la desnutrición crónica





[1] reportaron que los países que destinan más recursos a la agricultura tienen menos niños desnutridos; y que si en estos países se incrementa en 10 puntos el PBI se reduce 6.8 puntos la tasa de desnutrición. Smith & Haddad (2000)[2] calcularon las elasticidades de la relación entre el PBI y la prevalencia de la desnutrición en 63 países en desarrollo. En promedio se necesita incrementar en 74 dólares el PBI per cápita para reducir en 1% la desnutrición de niños menores de 5 años; y en los países con PBI menor o igual a 800 dólares para reducir en un punto porcentual la desnutrición se necesita incrementar 23 dólares el PBI per cápita en el país.

En consecuencia, se puede afirmar que el incremento del PBI per cápita reduce la desnutrición siempre y cuando se genere en el país mayor inversión social en los factores subyacentes de la desnutrición (como la seguridad alimentaria, saneamiento ambiental, transferencias económicas, acceso a servicios de salud, etc.). Estos hallazgos son consistentes con otros estudios[3] [4] [5] [6] [7].

Aunque el PBI muestra una relación inversa con la desnutrición. No siempre el incremento del PBI reducirá la desnutrición, si es que existe una distribución inequitativa de los ingresos, en estos casos persistirá la desnutrición o el PBI tendrá un efecto insignificante[8]. Las tendencias inequitativas de los ingresos están relacionados con conflictos sociales, inestabilidad política, más bajo nivel de democracia, mayor probabilidad de revolución, y sub-inversiones en capital humano, los cuales finalmente se trasladan a más bajo crecimiento económico[9].

Mejora de los ingresos y nutrición

Se ha reportado que existe una relación positiva entre programas económicos de largo término y el estado de salud y nutricional de niños[10], y que existe asociación entre la productividad y los salarios con las medidas antropométricas [11] [12] [13].

En esta revisión se seleccionaron dos estudios que cuantificaron la contribución de los ingresos en la desnutrición. El estudio de Blakely (2005)[14] determinó que en países que se gana más de 2 dólares por día la prevalencia de la desnutrición puede ser menos de 37%. Y el estudio de Behrman y col (1997)[15] reporta que el incremento de 34 Rupias (57 centavos de dólar) por acre cultivado puede incrementar el consumo en 100 calorías per cápita más, y que durante la plantación, por diez rupias (17 centavos de dólar) de acre cultivado se puede incrementar en 6 calorías el consumo per cápita. El impacto es mayor si los ingresos se incrementanen el periodo de plantación en los hogares más pobres (menos de 1.5 acres para cultivar), en estos hogares el incremento de 10 rupias (17 centavos de dólar) de acre cultivado puede incrementar el consumo en 10 calorías per cápita.

Aunque muchos estudios apoyan los resultados de estos estudios[16] [17] [18] [19] [20] [21] [22] [23], otros han mostrado que el incremento en el acceso a los alimentos en los hogares no necesariamente conduce a incrementar el consumo de los miembros desnutridos de la familia [24] [25] [26]. Estas investigaciones han encontrado fuertes elasticidades positivas entre el promedio de ingresos y el consumo de alimentos (1 a 0.5), sin embargo estas elasticidades tienen amplio rango, y en algunos casos fue débil (0.15)[27].

Y esto se debe a que se asume que cuando se relacionan los ingresos con la nutrición, el consumo de alimentos tiene relación directa con la desnutrición; pero se puede sobrestimar esta relación si es que los mayores ingresos solo incrementan la ingesta de alimentos pero con dietas de menor calidad (esto ocurre en los más pobres o cuando se prefiere alimentos más refinados o con mejor sabor)[28], y aunque aumenta la ingesta no se mejora la nutrición.

También los efectos de los cambios en los ingresos en la desnutrición pueden estar sub-estimados si otros factores impiden que mejore la nutrición a pesar de la mejora económica, como la deficiente ingesta de micronutrientes, compra de alimentos de menor calidad, alimentos de menor calidad y fáciles de preparar, falta de saneamiento, falta de atención de salud y deficientes cuidados del niño[29].

Las elasticidades entre ingresos y consumo de calorías dependen de la relación del nivel de ingresos y del nivel de ingesta de calorías de los hogares antes del cambio de ingresos. En los hogares que tienen dietas con suficientes calorías es más probable que no compren más alimentos con los ingresos adicionales. Numerosos estudios han demostrado que las elasticidades de la demanda de alimentos son más altas en los hogares más pobres o con menos ingesta de calorías[30] [31] [32] [33] [34] [35] [36].

El mayor gasto por caloría está asociado con más altos ingresos, y esto se debería a que son alimentos más caros y de mejor calidad nutricional (aunque no siempre). El incremento en los ingresos permite elegir alimentos de mayor precio para mejorar la variedad, el gusto, la conveniencia, y talvez la calidad nutricional. Sin embargo otros factores pueden afectar el consumo de alimentos y la calidad de las dietas, como la urbanización[37], la escasez de tiempo de la mujer[38] [39], la distribución de alimentos en el hogar[40] y la fuente y periodicidad de los ingresos, y el control de los ingresos[41].

Si la mejora de ingresos se realiza transfiriendo dinero en efectivo a las familias de pobreza extrema se puede mejorar la nutrición, aunque se han publicado resultados controvertidos[42] [43] [44]. En esta revisión se encontró una evaluación de impacto con diseño experimental aleatorio de un programa en México (PROGRESA) que combinó transferencia en efectivo con la provisión directa de cuidados a la salud gratuitos y apoyos alimenticios y se encontró que mejora la talla y se redujo la anemia (Rivera y col., 2004)[45] [46]. Según el estudio este programa en dos años de intervención incrementó la talla en 1.1 cm y redujo la prevalencia de la anemia en 10.6%.

Las transferencias en efectivo pueden incrementar el estado nutricional de los niños debido a que los padres eliminarían la restricción económica y distribuirían los recursos hacia las necesidades más apremiantes de sus hijos, por ejemplo, alimentos nutritivos. Se ha reportado que el 70% del dinero recibido por PROGRESA se utiliza para incrementar la disponibilidad de alimentos en el hogar, tanto en calidad como en calidad[47]. Este hallazgo es concordante con otros estudios que refieren que las familias muy pobres que incrementan sus ingresos en 10 puntos también incrementan el valor del consumo de alimentos en 10 puntos (elasticidad de ingresos_compra de alimentos=1)[48], y que si las familias pobres disponen de gastos discrecionales utilizan el dinero para pagar el costo de sus necesidades (teóricamente del total de ingresos una tercera parte se utiliza en alimentos)[49].

En los países en desarrollo la propensión marginal para gastar en alimentos (razón entre el cambio de la compra de alimentos cuando cambian los ingresos) es más alta en los pobres que en los no pobres, así si no se tiene un dinero para gastarlo de forma discresional hay mayor riesgo de desnutrición (Immink, 1999)[50].

Sobre el impacto de la ingesta de calorías en el estado nutricional existe controversia[51] [52], hay estudios que reportan que la ingesta calórica mejora el estado nutricional, otros indican que el incremento en el consumo de alimentos no siempre es la más efectiva cura para los problemas nutricionales, tanto como si lo es el agua segura, el saneamiento ambiental, el acceso a servicios de salud, los factores relacionados al cuidado de los niños en el hogar y la distribución de los alimentos dentro del hogar.

Algunos estudios sugieren que el incremento de los ingresos familiares se relaciona con la participación de la mujer en el trabajo remunerado fuera del hogar, y que esto condiciona que la mujer tiene menos tiempo para atender la preparación de los alimentos, el saneamiento del hogar, la lactancia materna y otros aspectos de cuidado de los niños (Kennedy, 1993)[53]. Se ha reportado que los hogares que asignan más tiempo a la preparación de los alimentos y al cuidado de los niños podrían disfrutar de mejor nutrición, que ganar más ingresos y que gastar más en alimentos. Por otro lado, en otro estudio no se ha encontrado una relación significativa entre las madres que trabajan y el estado nutricional de los niños[54].

Sobre el impacto de la mejora de los ingresos en la nutrición, las evidencias sugieren que los programas que mejoran el PBI de un país mejorarán la nutrición siempre y cuando existan políticas que mejoren la distribución de la riqueza haciéndola más equitativa, así como que promuevan un mayor inversión social en la mejora del saneamiento ambiental o en la transferencia de dinero o alimentos.

La mejora de los ingresos familiares puede mejorar la desnutrición debido a que mejora el poder de compra de los hogares y la ingesta de calorías. Este impacto es mayor en los hogares pobres. Sin embargo, el incremento de los ingresos no mejora automáticamente la nutrición, debido a que el dinero adicional no se gasta solamente en alimentos, o no necesariamente se compran alimentos de mejor calidad. Existen otros factores (nivel educativo de la madre, escasez del tiempo de la madre, distribución de los alimentos en el hogar, la urbanización, entre otros) que influyen en el estado nutricional y que deberán ser tomados en cuenta cuando se quiere evaluar el impacto de intervenciones que mejoran la economía familiar.

Referencias

[a] Velásquez A. "Factores económicos asociados a la nutrición e impacto de programas de reducción de la pobreza en la desnutrición de países en desarrollo. Una revisión sistemática" Cuadernos del PREVAL N° 1 (Programa para el Fortalecimiento de la Capacidad Regional de Seguimiento y Evaluación de los Proyectos de FIDA), diciembre 2005, 63 pp. Disponible en el siguiente enlace: http://www.preval.org/documentos/rs2006.zip, acceso 8 Mayo, 2007

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Credito foto: Anibal Velásquez, mi hija Annelise