La mejora nutricional es una inversión en el capital humano, el cual no solo conduce al bienestar humano sino también incrementa la capacidad productiva y conduce al crecimiento y desarrollo de la economía nacional. Durante las últimas décadas se han iniciado proyectos para mejorar implícitamente o explícitamente la seguridad alimentaria de los hogares y el estado nutricional de los individuos, mediante la mejora de la disponibilidad alimentaria, el incremento de las oportunidades para obtener ganancias económicas en empleos agrícolas y no agrícolas y reduciendo los riesgos de la producción y del mercadeo.
En una revisión sistemática que realicé (Velásquez, 2005)[a] encontré evidencias del efecto de la mejora económica en la reducción de la desnutrición crónica
PBI y nutrición
En esta revisión se muestran estudios que prueban una relación positiva entre la mejora económica de un país y el estado nutricional. La mejora económica de un país la midieron con el PBI per cápita.
Milman y col. (2005)
[1] reportaron que los países que destinan más recursos a la agricultura tienen menos niños desnutridos; y que si en estos países se incrementa en 10 puntos el PBI se reduce 6.8 puntos la tasa de desnutrición. Smith & Haddad (2000)[2] calcularon las elasticidades de la relación entre el PBI y la prevalencia de la desnutrición en 63 países en desarrollo. En promedio se necesita incrementar en 74 dólares el PBI per cápita para reducir en 1% la desnutrición de niños menores de 5 años; y en los países con PBI menor o igual a 800 dólares para reducir en un punto porcentual la desnutrición se necesita incrementar 23 dólares el PBI per cápita en el país.En esta revisión se muestran estudios que prueban una relación positiva entre la mejora económica de un país y el estado nutricional. La mejora económica de un país la midieron con el PBI per cápita.
Milman y col. (2005)
En consecuencia, se puede afirmar que el incremento del PBI per cápita reduce la desnutrición siempre y cuando se genere en el país mayor inversión social en los factores subyacentes de la desnutrición (como la seguridad alimentaria, saneamiento ambiental, transferencias económicas, acceso a servicios de salud, etc.). Estos hallazgos son consistentes con otros estudios[3] [4] [5] [6] [7].
Aunque el PBI muestra una relación inversa con la desnutrición. No siempre el incremento del PBI reducirá la desnutrición, si es que existe una distribución inequitativa de los ingresos, en estos casos persistirá la desnutrición o el PBI tendrá un efecto insignificante[8]. Las tendencias inequitativas de los ingresos están relacionados con conflictos sociales, inestabilidad política, más bajo nivel de democracia, mayor probabilidad de revolución, y sub-inversiones en capital humano, los cuales finalmente se trasladan a más bajo crecimiento económico[9].
Mejora de los ingresos y nutrición
Se ha reportado que existe una relación positiva entre programas económicos de largo término y el estado de salud y nutricional de niños[10], y que existe asociación entre la productividad y los salarios con las medidas antropométricas [11] [12] [13].
En esta revisión se seleccionaron dos estudios que cuantificaron la contribución de los ingresos en la desnutrición. El estudio de Blakely (2005)[14] determinó que en países que se gana más de 2 dólares por día la prevalencia de la desnutrición puede ser menos de 37%. Y el estudio de Behrman y col (1997)[15] reporta que el incremento de 34 Rupias (57 centavos de dólar) por acre cultivado puede incrementar el consumo en 100 calorías per cápita más, y que durante la plantación, por diez rupias (17 centavos de dólar) de acre cultivado se puede incrementar en 6 calorías el consumo per cápita. El impacto es mayor si los ingresos se incrementanen el periodo de plantación en los hogares más pobres (menos de 1.5 acres para cultivar), en estos hogares el incremento de 10 rupias (17 centavos de dólar) de acre cultivado puede incrementar el consumo en 10 calorías per cápita.
Aunque muchos estudios apoyan los resultados de estos estudios[16] [17] [18] [19] [20] [21] [22] [23], otros han mostrado que el incremento en el acceso a los alimentos en los hogares no necesariamente conduce a incrementar el consumo de los miembros desnutridos de la familia [24] [25] [26]. Estas investigaciones han encontrado fuertes elasticidades positivas entre el promedio de ingresos y el consumo de alimentos (1 a 0.5), sin embargo estas elasticidades tienen amplio rango, y en algunos casos fue débil (0.15)[27].
Y esto se debe a que se asume que cuando se relacionan los ingresos con la nutrición, el consumo de alimentos tiene relación directa con la desnutrición; pero se puede sobrestimar esta relación si es que los mayores ingresos solo incrementan la ingesta de alimentos pero con dietas de menor calidad (esto ocurre en los más pobres o cuando se prefiere alimentos más refinados o con mejor sabor)[28], y aunque aumenta la ingesta no se mejora la nutrición.
También los efectos de los cambios en los ingresos en la desnutrición pueden estar sub-estimados si otros factores impiden que mejore la nutrición a pesar de la mejora económica, como la deficiente ingesta de micronutrientes, compra de alimentos de menor calidad, alimentos de menor calidad y fáciles de preparar, falta de saneamiento, falta de atención de salud y deficientes cuidados del niño[29].
Las elasticidades entre ingresos y consumo de calorías dependen de la relación del nivel de ingresos y del nivel de ingesta de calorías de los hogares antes del cambio de ingresos. En los hogares que tienen dietas con suficientes calorías es más probable que no compren más alimentos con los ingresos adicionales. Numerosos estudios han demostrado que las elasticidades de la demanda de alimentos son más altas en los hogares más pobres o con menos ingesta de calorías[30] [31] [32] [33] [34] [35] [36].
El mayor gasto por caloría está asociado con más altos ingresos, y esto se debería a que son alimentos más caros y de mejor calidad nutricional (aunque no siempre). El incremento en los ingresos permite elegir alimentos de mayor precio para mejorar la variedad, el gusto, la conveniencia, y talvez la calidad nutricional. Sin embargo otros factores pueden afectar el consumo de alimentos y la calidad de las dietas, como la urbanización[37], la escasez de tiempo de la mujer[38] [39], la distribución de alimentos en el hogar[40] y la fuente y periodicidad de los ingresos, y el control de los ingresos[41].
Si la mejora de ingresos se realiza transfiriendo dinero en efectivo a las familias de pobreza extrema se puede mejorar la nutrición, aunque se han publicado resultados controvertidos[42] [43] [44]. En esta revisión se encontró una evaluación de impacto con diseño experimental aleatorio de un programa en México (PROGRESA) que combinó transferencia en efectivo con la provisión directa de cuidados a la salud gratuitos y apoyos alimenticios y se encontró que mejora la talla y se redujo la anemia (Rivera y col., 2004)[45] [46]. Según el estudio este programa en dos años de intervención incrementó la talla en 1.1 cm y redujo la prevalencia de la anemia en 10.6%.
Las transferencias en efectivo pueden incrementar el estado nutricional de los niños debido a que los padres eliminarían la restricción económica y distribuirían los recursos hacia las necesidades más apremiantes de sus hijos, por ejemplo, alimentos nutritivos. Se ha reportado que el 70% del dinero recibido por PROGRESA se utiliza para incrementar la disponibilidad de alimentos en el hogar, tanto en calidad como en calidad[47]. Este hallazgo es concordante con otros estudios que refieren que las familias muy pobres que incrementan sus ingresos en 10 puntos también incrementan el valor del consumo de alimentos en 10 puntos (elasticidad de ingresos_compra de alimentos=1)[48], y que si las familias pobres disponen de gastos discrecionales utilizan el dinero para pagar el costo de sus necesidades (teóricamente del total de ingresos una tercera parte se utiliza en alimentos)[49].
En los países en desarrollo la propensión marginal para gastar en alimentos (razón entre el cambio de la compra de alimentos cuando cambian los ingresos) es más alta en los pobres que en los no pobres, así si no se tiene un dinero para gastarlo de forma discresional hay mayor riesgo de desnutrición (Immink, 1999)[50].
Sobre el impacto de la ingesta de calorías en el estado nutricional existe controversia[51] [52], hay estudios que reportan que la ingesta calórica mejora el estado nutricional, otros indican que el incremento en el consumo de alimentos no siempre es la más efectiva cura para los problemas nutricionales, tanto como si lo es el agua segura, el saneamiento ambiental, el acceso a servicios de salud, los factores relacionados al cuidado de los niños en el hogar y la distribución de los alimentos dentro del hogar.
Algunos estudios sugieren que el incremento de los ingresos familiares se relaciona con la participación de la mujer en el trabajo remunerado fuera del hogar, y que esto condiciona que la mujer tiene menos tiempo para atender la preparación de los alimentos, el saneamiento del hogar, la lactancia materna y otros aspectos de cuidado de los niños (Kennedy, 1993)[53]. Se ha reportado que los hogares que asignan más tiempo a la preparación de los alimentos y al cuidado de los niños podrían disfrutar de mejor nutrición, que ganar más ingresos y que gastar más en alimentos. Por otro lado, en otro estudio no se ha encontrado una relación significativa entre las madres que trabajan y el estado nutricional de los niños[54].
Sobre el impacto de la mejora de los ingresos en la nutrición, las evidencias sugieren que los programas que mejoran el PBI de un país mejorarán la nutrición siempre y cuando existan políticas que mejoren la distribución de la riqueza haciéndola más equitativa, así como que promuevan un mayor inversión social en la mejora del saneamiento ambiental o en la transferencia de dinero o alimentos.
La mejora de los ingresos familiares puede mejorar la desnutrición debido a que mejora el poder de compra de los hogares y la ingesta de calorías. Este impacto es mayor en los hogares pobres. Sin embargo, el incremento de los ingresos no mejora automáticamente la nutrición, debido a que el dinero adicional no se gasta solamente en alimentos, o no necesariamente se compran alimentos de mejor calidad. Existen otros factores (nivel educativo de la madre, escasez del tiempo de la madre, distribución de los alimentos en el hogar, la urbanización, entre otros) que influyen en el estado nutricional y que deberán ser tomados en cuenta cuando se quiere evaluar el impacto de intervenciones que mejoran la economía familiar.
Las transferencias en efectivo pueden incrementar el estado nutricional de los niños debido a que los padres eliminarían la restricción económica y distribuirían los recursos hacia las necesidades más apremiantes de sus hijos, por ejemplo, alimentos nutritivos. Se ha reportado que el 70% del dinero recibido por PROGRESA se utiliza para incrementar la disponibilidad de alimentos en el hogar, tanto en calidad como en calidad[47]. Este hallazgo es concordante con otros estudios que refieren que las familias muy pobres que incrementan sus ingresos en 10 puntos también incrementan el valor del consumo de alimentos en 10 puntos (elasticidad de ingresos_compra de alimentos=1)[48], y que si las familias pobres disponen de gastos discrecionales utilizan el dinero para pagar el costo de sus necesidades (teóricamente del total de ingresos una tercera parte se utiliza en alimentos)[49].
En los países en desarrollo la propensión marginal para gastar en alimentos (razón entre el cambio de la compra de alimentos cuando cambian los ingresos) es más alta en los pobres que en los no pobres, así si no se tiene un dinero para gastarlo de forma discresional hay mayor riesgo de desnutrición (Immink, 1999)[50].
Sobre el impacto de la ingesta de calorías en el estado nutricional existe controversia[51] [52], hay estudios que reportan que la ingesta calórica mejora el estado nutricional, otros indican que el incremento en el consumo de alimentos no siempre es la más efectiva cura para los problemas nutricionales, tanto como si lo es el agua segura, el saneamiento ambiental, el acceso a servicios de salud, los factores relacionados al cuidado de los niños en el hogar y la distribución de los alimentos dentro del hogar.
Algunos estudios sugieren que el incremento de los ingresos familiares se relaciona con la participación de la mujer en el trabajo remunerado fuera del hogar, y que esto condiciona que la mujer tiene menos tiempo para atender la preparación de los alimentos, el saneamiento del hogar, la lactancia materna y otros aspectos de cuidado de los niños (Kennedy, 1993)[53]. Se ha reportado que los hogares que asignan más tiempo a la preparación de los alimentos y al cuidado de los niños podrían disfrutar de mejor nutrición, que ganar más ingresos y que gastar más en alimentos. Por otro lado, en otro estudio no se ha encontrado una relación significativa entre las madres que trabajan y el estado nutricional de los niños[54].
Sobre el impacto de la mejora de los ingresos en la nutrición, las evidencias sugieren que los programas que mejoran el PBI de un país mejorarán la nutrición siempre y cuando existan políticas que mejoren la distribución de la riqueza haciéndola más equitativa, así como que promuevan un mayor inversión social en la mejora del saneamiento ambiental o en la transferencia de dinero o alimentos.
La mejora de los ingresos familiares puede mejorar la desnutrición debido a que mejora el poder de compra de los hogares y la ingesta de calorías. Este impacto es mayor en los hogares pobres. Sin embargo, el incremento de los ingresos no mejora automáticamente la nutrición, debido a que el dinero adicional no se gasta solamente en alimentos, o no necesariamente se compran alimentos de mejor calidad. Existen otros factores (nivel educativo de la madre, escasez del tiempo de la madre, distribución de los alimentos en el hogar, la urbanización, entre otros) que influyen en el estado nutricional y que deberán ser tomados en cuenta cuando se quiere evaluar el impacto de intervenciones que mejoran la economía familiar.
Referencias
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Credito foto: Anibal Velásquez, mi hija Annelise
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Credito foto: Anibal Velásquez, mi hija Annelise
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