Por Anibal Velásquez
La
situación de la desnutrición crónica se muestra con resultados alentadores en
el Perú, porque durante los últimos 4 años la prevalencia se ha reducido más de 10
puntos (28.5% el año 2007 se redujo a 18.1% el año 2012), en comparación con los
años anteriores que permanecía casi invariable.
Esta
importante reducción se puede atribuir a la reducción de la pobreza, la mayor
inversión social en servicios de salud, en sistemas de agua y saneamiento, y al
efecto de los programas sociales.
Sin embargo, aún miles de peruanos quedan discapacitados
física o mentalmente en forma permanente debido a una inadecuada ingesta
alimentaria durante los primeros meses de vida. La desnutrición afecta
principalmente los primeros mil días de vida de los niños, y puede provocar
daños físicos y cognitivos irreversibles que continúan en la edad adulta, y que
afecta las próximas generaciones y el desarrollo económico del país.
¿Qué hacer para seguir con esta tendencia positiva de
erradicar la desnutrición infantil y lograr una siguiente generación con mejor
calidad de vida?
Ahora se conoce que no es suficiente el acceso a los alimentos
adecuados de energía y nutrientes calidad, porque las prácticas de cuidado de
los niños tienen importantes efectos en el estado nutricional del niño. Muchas veces los alimentos complementarios preparados por las
madres o cuidadoras no se ajustan a las necesidades del niño, mostrando
deficiencias en calidad y cantidad, y en ocasiones se los prepara, almacena y
suministra en malas condiciones de higiene que provocan enfermedades diarreicas
y deterioran la nutrición del niños.
La evidencia científica ha demostrado que las estrategias de
consejería nutricional a través de los servicios de salud o por acción de
personas de la comunidad o pares de madres son efectivas para mejorar las
prácticas de alimentación y mejorar el crecimiento de los niños. Las técnicas
que utilizan visitas domiciliarias con técnicas demostrativas de recetas de
cocina y de toma de decisiones negociadas con planes de alimentación
específicos han probado ser las más efectivas para mejorar la alimentación y el
crecimiento de los niños. Es importante
reconocer que sin modificar las condiciones económicas del hogar o de
suministrar alimentos se puede mejorar la nutrición infantil.
La
siguiente pregunta es ¿Qué hacer para desarrollar la consejería nutricional en
nuestro país?
Existen
múltiples iniciativas de mediana y pequeña escala desarrolladas por las
agencias de cooperación internacional, sociedad civil y el sector privado que
pueden tener la respuesta. Estas
experiencias han acumulado valiosas lecciones aprendidas sobre cómo cambiar los
comportamientos de las madres y las familias que mejoran el cuidado y salud de
los niños. Sin embargo, muchas veces estas intervenciones se pierden en la
historia porque no siempre es posible expandirlas en mayor escala debido a que
no tienen evaluaciones rigurosas o alguna sistematización que permita
replicarlas.
Pocas veces tenemos la oportunidad de conocer
en detalle sobre cómo implementar una estrategia educativa nutricional exitosa
en ámbitos rurales de nuestro país. Agradecemos el esfuerzo de CARITAS por
permitirnos entrar en el corazón de Ally Micuy, un programa exitoso, para darnos la oportunidad de
replicar esta experiencia. Debo confesar que este documento ha despertado en mí
la convicción que se necesita fortalecer la acción comunitaria con base en el
ejemplo, esfuerzo y compromiso social de madres educadoras en nutrición con el
fin de salvar vidas y erradicar la desnutrición para una siguiente generación
más saludable y feliz.
El libro lo pueden encontrar en el siguiente link: